Luis Agote nació en Buenos Aires el 22 de setiembre de 1868.
Ingresó a la Facultad de Medicina en 1887 e inició su carrera hospitalaria como practicante honorario de vacuna, de carácter obligatorio, y luego continuó como practicante rentado, practicante menor y mayor en 1890 y 1892 respectivamente, en el hospital San Roque.
En 1893 terminó como practicante mayor en el hospital de Clínicas. Simultáneamente fue designado en 1889 como director de Anatomía Descriptiva de la Facultad. Graduado en el año 1893, presentó su tesis de doctorado que versó sobre “Las hepatitis supuradas”. Fue designado como secretario del Departamento Nacional de Higiene y en 1895 fue nombrado director del Lazareto Martín García.
Para esa época comenzó a concentrar su actividad en la clínica médica y en 1899 fue designado médico de sala del hospital Rawson, donde posteriormente sería jefe. En 1905 fue nombrado Profesor Suplente de la Facultad de Medicina. En 1914 inauguró el Instituto Modelo de Clínica Médica, que llevó a cabo un vasto programa de investigación, enseñanza y asistencia, tratando de producir trabajos que significaran puentes entre la investigación científica de avanzada y su aplicación a la clínica médica. Investigador de alma, estudió el uso del suero ” Behring” en el tratamiento de la difteria. Culminó su carrera como profesor de la cátedra de Clínica Médica en 1915, hasta que se retiró en 1929.
Sus inquietudes políticas lo llevaron a ocupar el cargo de legislador en la Cámara de Diputados en 1910 y 1916 y se deben a su iniciativa, entre otras, las siguientes leyes:
- Creación del Instituto Modelo de Clínica Médica en 1911.
- Anexión del Colegio Nacional de Buenos Aires a la Universidad.
- Fundación de la Universidad Nacional del Litoral.
- Institución del Patronato Nacional de menores abandonados y delincuentes en 1919.
Alternando su actividad política con la de médico, fue director del Instituto Modelo de Clínica Médica del hospital Rawson, al que le imprimió un carácter dinámico donde sus colaboradores se esforzaban para producir trabajos científicos de experimentación y de clínica.
La otra cara de Agote, además de la de político, médico, docente e investigador, fue la de escritor. Sus principales obras fueron:
- “Nerón, los suyos y su época” a un estudio psicopatológico, en1912.
- “Augusto y Cleopatra”.
- “Ilusión y realidad”, un libro de poemas.
- “Mis Recuerdos”, sus relatos autobiográficos.
Una mirada a sus escritos, muchos de ellos reflejados en los Anales del Instituto Modelo de Clínica Médica.
Entre sus obras pueden citarse:
- La úlcera gástrica y duodenal en la República Argentina, publicado en 1916.
- La litiasis biliar, el mismo año.
- Estudio de la higiene pública en la República Argentina, una memoria del Departamento Nacional de Higiene.
Su trabajo médico más trascendente fue “Nuevo método sencillo para realizar transfusiones de sangre”, publicado en1914. Este trabajo es un ejemplo, tal vez el más importante, por lo que significó para nuestra escuela médica y cuyos beneficios excedieron la frontera de nuestro país para contribuir universalmente al beneficio de la humanidad. Landsteiner, para entonces, ya había descubierto los grupos sanguíneos del sistema ABO. Agote trataba de encontrar una solución al desafío que le planteaba dominar las hemorragias en los hemofílicos. Junto a su colaborador, el médico laboratorista Lucio Imaz Appathie, había realizado numerosos experimentos en animales investigando caminos inversos a los que ya se habían probado sin éxito, como colocar la sangre en recipientes especiales o mantenerla a una temperatura específica y constante. Su idea fue buscar un componente, que añadido a la sangre no permitiera el proceso de coagulación.
Después de numerosos fracasos, observó que el citrato de sodio no permitía la formación de coágulos y además no era tóxico como la hirudina, la peptona o el oxalato de sodio. Agote se hizo transfundir sangre para demostrar que su método era inocuo.
La primera transfusión con sangre citratada realizada con éxito en el hombre tuvo lugar el 9 de noviembre de 1914, en un paciente con tuberculosis pulmonar que ocupaba la cama 14 de la sala Fernández del Instituto Modelo. Los aspectos técnicos del procedimiento fueron manejados por el Dr. Ernesto V. Merlo con la sangre extraída a Ramón Mosquera, el portero del Instituto
El 15 de noviembre, cinco días más tarde, a modo de demostración pública transfundió con total éxito a una paciente anémica grave, una parturienta que había tenido serias hemorragias por haber tenido placenta previa. Previamente trescientos centímetros cúbicos de sangre del donante, el señor Maclica, fueron mezclados con citrato sódico al 25%. Fueron testigos directos de aquel hecho el Dr. Epifanio Uballes, rector de la Universidad de Buenos Aires; el Dr. Luis Gí¼emes, decano de la Facultad de Medicina; Baldomero Somer, director general de la Asistencia Pública y el intendente municipal, Dr. Enrique Palacio. Además todo el personal del Instituto tuvo la oportunidad de participar de este hecho; también de los profesores de la Facultad de Ciencias Médicas de Buenos Aires y de numerosos médicos y cirujanos.
La paciente, tres días más tarde, se fue a su casa restablecida.
Decía Agote:
“1) Debe garantizarse de la salud del donante (reacción de Wassermann), etcétera; 2) extraer aproximadamente 300 cm3 de sangre del donante por medio de una cánula de platino de un milímetro de diámetro interno de la vena del pliegue del codo; 3) mezclar la sangre recogida, por cada cien gramos de sangre un gramo de la solución de citrato neutro de soda al 25%. Conviene colocar previamente en el recipiente, cualquiera sea la cantidad de sangre, tres gramos de la solución indicada, para que la mezcla sea inmediata. Agitar suavemente y calentar con agua caliente el recipiente. Éste puede ser un aparato común de dermoclisis; 4) inyectar la mezcla en el brazo del paciente siguiendo la técnica común de las inyecciones por vía endovenosa.
La extracción de trescientos gramos de sangre en un individuo medianamente robusto es fácilmente tolerable. Para evitar todo posible temor de síncope o de desfallecimiento, puede hacerse previamente una enteroclisis de suero -trescientos gramos- o inyectar después de la extracción de sangre y bajo la piel igual cantidad de solución salina en la vena del donante. La absorción del suero por el recto es casi simultánea con la sangría, de modo que aquél conservará en todo momento su equilibrio circulatorio”.
La anticoagulación in vitro de la sangre permitió las innumerables transfusiones que se realizaron en la Primera Guerra Mundial, cuando se agregaron otros dos pasos claves: la refrigeración y la preservación de sustancias adicionales como la glucosa que impedían la hemólisis y permitían su traslado a los hospitales de campaña
El mismo día, en un acto de sensibilidad y solidaridad envió detalles de su trabajo al diario La Prensa y, a través de éste, al New York Herald, que publicó un extracto el 15 de noviembre de 1914. Al mismo tiempo, Agote comunicó formalmente la novedad a las representaciones diplomáticas en Buenos Aires: la Legación Imperial de Alemania, la Legación Imperial y Real de Austria-Hungría, al Consulado General del Imperio Otomano, a la Legación Británica en Buenos Aires, a la Legación de la República Francesa, a la Legación Imperial de Rusia y a la Legación de Bélgica. Todas acusaron nota de haber recibido la comunicación.
El autor de esta nota, en 1962, tuvo ocasión de contemplar con emoción la cama del Instituto Modelo del viejo Hospital Rawson, donde se produjo esta operación tan importante para los heridos de la Primera Guerra Mundial. A su lado, una sencilla placa de bronce recordaba el acontecimiento.
Polémica estéril
El cirujano norteamericano Richard Lewisohn, del Mount Sinaí Hospital y el investigador belga Alfred Hustin, de la Academia de Ciencias Biológicas y Naturales de Bruselas, se atribuyeron la prioridad del descubrimiento. Se produjo una larga controversia entre Agote y los científicos mencionados, acumulándose entrevistas, artículos, comunicaciones y citas en distintas revistas médicas sobre la discutida prioridad.
Es posible que Lewisohn haya despreciado el origen y el autor del descubrimiento uso del citrato de sodio en las transfusiones de sangre. Puede ser que después de leer el resumen que Agote había enviado al diario New York Herald, publicado el 15 de noviembre de 1915, Lewisohn revisara la literatura y encontrase el trabajo pionero de Hustin que, sin embargo, aconsejaba una dilución ineficaz, o el de Weil que tampoco llegó a progresar. Más de 40 años después, en una publicación retrospectiva, Lewisohn analizaría la etapa del descubrimiento y mencionaría que para la misma época, Luis Agote en Buenos Aires había publicado resultados similares de modo independiente, comentando apenas filosóficamente que “cuando una idea está madura se le ocurre a varias personas simultáneamente”.
La cronología y la crónica de los hechos son suficientemente claros, y si el método debiera tener un nombre, el de los tres investigadores que trabajaron simultáneamente en el tema. Nos quedamos pensando en su genio de investigador y su tenacidad, y especialmente en su generosidad, al facilitar a la humanidad en guerra su descubrimiento.
Falleció en Buenos Aires el 12 de noviembre de 1954.