Ediciones Médicas
Dr. Ángel H. Roffo

Dr. Ángel H. Roffo

Médico de gran renombre y de intensa trayectoria, Angel Roffo fue uno de los primeros profesionales argentinos dedicados al estudio del cáncer y a la lucha contra esta enfermedad.
Nació en Buenos Aires en 1882 y estudió en la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad de esa ciudad.
Finalizó sus estudios de médico en 1909 y poco tiempo después de graduarse -con una tesis llamada El cáncer, contribución a su estudio, con la que obtuvo la Medalla de Oro de la Facultad de Medicina-, ingresó a la Cátedra de Urologí­a de la Facultad, y se convirtió en el Jefe de Trabajos Prácticos de la misma. Entre 1912 y 1912, fue profesor adscripto de la Cátedra de Anatomí­a Patológica, y, desde 1915 hasta 1931, profesor suplente de dicha cátedra.Junto con Mariano Castex, Carlos Bonorino Udaondo, Alfredo Landivar y Pablo Barlaro fue secretario de redacción de la Prensa Médica Argentina desde su número inicial, publicado el 10 de junio de 1914. Durante su prolongada recorrida por los hospitales de Europa, iniciada en 1920, concurrió entre otros al servicio de Madame Curie y aprendió la utilización del radium como agente terapéutico. Volcó en el Instituto a su cargo toda su experiencia y sus esfuerzos, hasta el punto de instalarse y vivir en él permanentemente. Fue el pionero de la medicina oncológica argentina y representó a nuestro paí­s como delegado en los congresos y reuniones cientí­ficas de las naciones más adelantadas de su tiempo.
En 1914, presentó su trabajo Cáncer experimental, que fue determinante para que se abriera en Buenos Aires un instituto de investigación dedicado a esa patologí­a. El Instituto de Medicina Experimental para el estudio y tratamiento del cáncer se inauguró en 1922 bajo la dirección de Roffo y se convirtió pronto en el principal centro nacional y latinoamericano para la lucha contra las enfermedades oncológicas.
A partir de 1920, visitó varias veces Europa y se relacionó con los más importantes cientí­ficos de la época. Roffo era, por entonces, el principal especialista en el estudio y tratamiento de las enfermedades oncológicas de Latinoamérica, y poseí­a una vasta experiencia docente en la Facultad de Medicina de la UBA y en otras universidades del paí­s y del exterior: en el Colegio Carlos Pellegrini, en la Universidad de Santiago de Chile, en la Universidad de San Andrés de La Paz, Bolivia, en el Instituto de Estudios Panamericanos y en la Eastern Research University de Wilmington, Delaware, Estados Unidos.
Formó parte de numerosas academias cientí­ficas de todo el mundo en Lima, Venezuela, Rí­o de Janeiro, Madrid, Barcelona, Génova y Turí­n, en Italia y México.
Recibió varias distinciones, como la medalla de oro del Congreso Internacional de Higiene en Roma, 1912; el Premio Nacional de Ciencias en 1914 y 1939, el Premio Centenario de la Independencia de la Academia de Medicina, 1916, la medalla de oro de la Exposición Iberoamericana de Sevilla, el Premio Centenario de la Independencia del Brasil, 1923 y el Premio Bauti de la Universidad de Florencia, 1936, cuyo importe donó a la Liga Italiana para la Lucha contra el Cáncer.
Además le fueron otorgadas otras importantes distinciones: la Orden de Caballero de la Legión de Honor francesa, 1939, la Cruz de Honor de Alemania, la Gran Cruz del Orden de Cristo, Portugal), Gran Oficial de la Orden de los Andes, Bolivia, la Orden del Sol, Perú, Comendador de la Orden del Libertador, Venezuela y Comendador de la Corona de Italia.
Roffo produjo más de 500 obras sobre su especialidad, la mayor parte de ellas publicadas en el Boletí­n del Instituto de Medicina Experimental de Buenos Aires. Algunas de ellas fueron: Dismatosis Humana, en1913, Biologí­a del Cáncer, Lo que debe saberse sobre cáncer, 1934, El Cáncer en la República Argentina, causas de su aumento, entre otras.
Angel Roffo murió en 1947. Habí­a sufrido la amargura de ser separado de la dirección del Instituto a su cargo ?como le ocurrió a otros cientí­ficos de la época-, y aún cuando fue rehabilitado no se sobrepuso le totalmente. Hoy, aquel Instituto por él organizado se llama “Instituto de Oncologí­a Angel H. Roffo”, feliz reconocimiento con que la sociedad argentina premió su obra.

El Instituto
En la actualidad, el Instituto de Investigaciones Experimentales -que se llama Instituto de Oncologí­a Angel Roffo- está conceptuado como uno de los más importantes centros médicos argentinos dedicados a la lucha contra el cáncer, a pesar de las crisis económicas que sufre casi permanentemente. La Liga Argentina de Lucha Contra el Cáncer (LALCEC), una institución que ha desarrollado una vasta labor preventiva y de asistencia a los enfermos oncológicos, nació por impulso de Helena Larroque, la esposa y compañera de laboratorio de Angel H. Roffo.
El Instituto, fue la respuesta de la Academia Nacional de Medicina a la propuesta del Dr. Daniel Cranwell y a la presentación de un bien documentado trabajo del Dr. Angel Honorio Roffo.
El 19 de abril de 1922 fue inaugurado el primer pabellón, que disponí­a de salas de internación para hombres y mujeres, un quirófano con dependencias para esterilización del material, laboratorio, sala de rayos X, consultorios y oficinas para la administración y Dirección, constituyéndose en el primer establecimiento oncológico de América.
Con el apoyo de la Facultad de Medicina, de quien pasó a depender el Instituto, y el aporte de donaciones privadas y de recursos votados por el Congreso de la Nación, se inició la edificación de nuevos pabellones, cada vez más necesarios ante el incremento incesante de consultas.
La importancia que el Dr. Angel H. Roffo, director del establecimiento, le asignaba a la investigación se concretó al erigirse el Pabellón Emilio Costa, habilitado en 1923.
La esposa del Director, Helena Larroque, aportó inteligencia, imaginación y esfuerzo creando la Escuela de Nurses.
La familia Costa donó la Capilla de Santa Francisca Romana, que posee un excelente órgano, para llevar sosiego a través de la música a pacientes, sus familiares y público en general.
En 1969 se inauguró la guarderí­a para los hijos del personal del Instituto. Como todo organismo vivo el Instituto de Oncologí­a que actualmente lleva el nombre de su fundador, se fue transformando para hacer frente a los grandes cambios operados en la ciencia médica.
Nuestro equipo médico está comprometido con la vida. Su formación académica, su experiencia y capacidad técnica está avalada por el reconocimiento nacional e internacional. El Departamento de Diagnóstico por Imágenes habilitó en 1982 el primer tomógrafo computarizado a nivel hospitalario. Se cuenta además con ecógrafo, ecocardiógrafo, mamógrafo y modernos equipos de radiologí­a convencional.
El área de Anatomí­a Patológica está dotado con microscopio electrónico y un Servicio de Inmunopatologí­a.
La radioterapia, quimioterapia y medicina nuclear se encuentran asistidas por los servicios de Psicopatologí­a, Infectologí­a y Tratamiento Sintomático.
El “Hospital de Dí­a” se ha creado para aplicar la quimioterapia ambulatoria y agilizar la rotación de camas.