Sobre el poder curativo de los libros y su prescripción.
Autor Gonzalo Casino.
Fuente JANO.es
Leer, como escribir, es una experiencia curativa. Ahora que la idea vigente de salud ya casi se confunde con la de felicidad, podemos proclamar con convencimiento –y con todo el aparto bibliográfico que sea menester– que la lectura promueve tanto la salud como la felicidad. Si la salud es ese estado de completo bienestar físico, mental y social que pregona la OMS, la lectura es sin duda una de las posibles vías para recobrarlo y fomentarlo. Los libros, algunos libros, nos pueden ayudar a sentirnos mejor con nosotros mismos y con el mundo. Cada libro tiene su lector y cada lector tiene, asimismo, un libro que le está esperando en cada momento para darle ánimos, paz, confianza…, en fin, para ayudarle a seguir viviendo. Esa es al menos la teoría, pero con millones de títulos disponibles el problema es saber qué le conviene leer ahora mismo a una persona concreta necesitada del poder curativo de los libros.
La respuesta está en la biblioterapia. A partir de las experiencias benéficas de la lectura en pacientes cronicos y heridos de guerra con largas estancias en hospitales, la biblioterapia ha ido tomando cuerpo como una buena ayuda para la recuperación de los enfermos. Si las pastillas de azúcar, la fe y otros placebos tienen efectos terapéuticos, ¿cómo no lo van a tener las palabras bellas y bien organizadas, que se dirigen, como verdaderas balas curativas, al cerebro del lector? Los llamados libros de autoayuda que florecieron tras la II Guerra Mundial han dado lugar a un auténtico género literario que se vende sin ningún disimulo como una vía para la mejora personal, la superación y, en última instancia, el bienestar o la felicidad del lector, tanto da. Muchos libros de autoayuda son, sin embargo, banales en su superficialidad, mediocres literariamente y perfectamente inútiles para su propósito, en contraste con la mejor literartura que, esa sí, puede ser un elixir o un bálsamo para las heridas de la vida. Un auténtico libro terapéutico no es cualquier gavilla de hojas encuadernadas, sino el que recrea una visión del mundo con palabras, hace volar la imaginación, abre la puerta del autoconocimiento y, como decía Vicente Aleixandre, añade una habitación a la casa de la vida.
Pero, ¿qué libro le conviene leer a un hombre engañado por su mujer?, ¿a un enfermo de cáncer?, ¿a una recién casada?, ¿a alguien que está en plena crisis de los 40? En el servicio de Bibliotherapy de The School of Life de Londres, uno de tantos que surgen por doquier, se dan algunas recomendaciones para situaciones similares. Una consulta básica con un biblioterapeuta cuesta 38 euros, y hay servicios más caros. La biblioterapia puede ser una medicina blanda, pero no sale gratis como el boca a boca o el boca a oreja. Si uno busca por internet, encontrará que además de biblioterapeutas hay “prescriptores” de libros. La cuestión es si nos podemos fiar de ellos. En cualquier caso, por si había dudas de si el libro puede ser una medicina, el lenguaje de los prescriptores deja bien claro que los libros ya se recetan como medicamentos.