El hallazgo, que abre el camino al desarrollo de vacunas, fue dado a conocer por la revista Nature. El citado parásito es causante de una de las diarreas más comunes a nivel mundial.
Fuente Agencia CyTA-Instituto Leloir.
Buenos Aires, 12.12.2008. Al igual que una pandilla de bandidos que se cambia la ropa después de un robo para evitar ser capturados, el parásito intestinal Giardia lamblia altera su aspecto para engañar al sistema inmune humano.
Comprender el mecanismo a través del cuál ese parásito evade el sistema de defensa del organismo permitiría desarrollar vacunas contra ese microorganismo que provoca infecciones en humanos y animales. Algunos de los síntomas de esa patología denominada giardiasis, que se transmite por el agua o comida contaminada y por contacto interpersonal, entre otras vías, son diarrea, dolor abdominal y, en casos crónicos, mala absorción de nutrientes y desnutrición. De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud cerca de 200 millones de personas contraen ese parásito cada año. De hecho, Giardia lamblia es causante de una de las diarreas más comunes a nivel mundial.
La revista científica Nature del 11 de diciembre revela que el trabajo de un investigador cordobés constituye el primer paso para el desarrollo de vacunas contra ese parásito.
La investigación del doctor Hugo Luján, investigador de Conicet y profesor de la Universidad Católica de Córdoba, revela el modo en que Giardia lamblia cambia de disfraz.
“El genoma de este parásito contiene 200 genes que codifican antígenos de superficie diferentes. Un antígeno es una proteína que al ser reconocida por el sistema inmune dispara la producción de anticuerpos para defender al organismo”, explica Luján quien también es becario del Instituto Médico Howard Hughes. Y agrega: “El problema es que cada parásito exhibe un solo antígeno en su cubierta y cuando el sistema inmune comienza a generar anticuerpos para destruirlo, Giardia reemplaza ese antígeno por otro como si se tratase de un cambio de disfraz. De este modo el sistema de defensa del organismo no puede destruir al parásito”.
Para que los antígenos se produzcan, es necesario que el ADN de los genes sea “copiado” dando lugar a moléculas de ácido ribonucleico o ARN mensajero que luego se traducen en proteínas. “Una vez que el antígeno es ‘fabricado’ es transferido a la superficie”, indica el experto. Y continúa: “Descubrimos que la maquinaria molecular del parásito en realidad lee y crea instrucciones de la mayor parte de los 200 genes para antígenos de superficie, pero sólo una proteína antigénica es ‘fabricada’ y llega a formar parte de la cubierta externa de la superficie del parásito. El resto de las instrucciones quedan ‘encarpetadas’”.
De acuerdo con Luján, esa observación sugirió que las instrucciones de todos los ARN mensajero de esta familia de antígenos habían sido creadas y estaban dentro del parásito, pero algún mecanismo estaba impidiendo que el ARN fuese traducido a proteínas y expresado en la superficie de la célula.
“Por medio de experimentos muy complejos hallamos que un mecanismo celular llamado interferencia por ARN (iARN) impedía que el resto de las instrucciones para antígenos se expresaran. Nuestros resultados relacionan por primera vez el iARN con el mecanismo de silenciamiento de genes en microorganismos patógenos”, indica Luján. A partir de los resultados, el investigador y sus colegas inhibieron componentes de la maquinaria del iARN (ver recuadro), que regulan la expresión de los genes para antígenos, y como resultado observaron que los parásitos exhibieron, en vez de uno a la vez, muchos antígenos de superficie simultáneamente, destaca Luján. Y agrega: “Mediante esta técnica podríamos hacer visibles todos los antígenos que el parásito es capaz de producir. Una vez identificados, tendríamos la posibilidad de diseñar una vacuna efectiva que podría ayudar al sistema inmune a identificar cualquiera de esos antígenos”.
El cambio de disfraz del parásito es posible gracias a la variación antigénica del parásito. “Este proceso consiste en que Giardia lamblia posee un antígeno en su superficie, y cuando es detectado por el sistema inmune, la maquinaria del iARN silencia las instrucciones del gen que corresponde a ese antígeno original y paralelamente se activa la puesta en marcha de la instrucción de otro gen que da lugar a la manifestación de otro antígeno en la cobertura del microorganismo. Como consecuencia el sistema inmune no lo reconoce y no lo puede atacar”.
De acuerdo con Luján, podría utilizarse una estrategia similar de inhibición de los mecanismos de variación antigénica de otros parásitos patógenos del ser humano, como Plasmodium o Trypanosoma brucei, para prevenir la malaria o la tripanosomiasis africana. Por tal motivo, la relevancia de los resultados de este equipo de investigación argentino ha tenido gran repercusión en la prensa mundial y “despertado el interés de varias empresas biotecnológicas que se dedican a utilizar este tipo de resultados para la solución de importantes problemas de salud pública”, destaca el investigador.
Aunque en la Argentina no existen estudios sobre la prevalencia de este parásito, de acuerdo a relevamientos realizados en diferentes partes del país la infección con Giardia sería la causa de numerosos casos de diarrea y mala absorción de nutrientes. Entre los niños, sería una causa de desnutrición. Los animales domésticos y los balnearios turísticos suelen ser fuentes de transmisión del parásito, de acuerdo con un estudio realizado por Luján y publicado en la revista Medicina.